Por Ignacio Moreno Hueyo

Mi nombre es Ignacio y me gusta pensar que viví gran parte de mi vida conociendo montañas y, que estos fabulosos lugares, son pocas las incognitas que me presentan aunque sea que las haya conocido en persona, por mapas, revistas o relatos, es lo que les hubiese dicho unos meses atrás hasta que comence a pensar y repensar sobre las Torres del Avellano.

El primer contacto con el lugar fue cuando observando una carta del campo de hielo continental norte, observe una curiosa sección del mapa que figuraba en blanco y con la sigla “S.V.E”, que inmediatamente después comprendí que significaba: sin vista estereoscópica, es decir no estaba ni mensurada. El segundo contacto fue trágico al enterarme de la muerte del escalador argentino Mariano Rueda en un lugar llamado las Torres del Avellano, hasta que el año pasado un experimentado merodeador de Aysen me mostro una misteriosa foto de unas impresionantes agujas de granito que serían “proximo Torres del Paine” y me indicó la ubicación imprecisamente al norte del Lago General Carrera. De inmediato hice la relación de los 3 elementos (S.V.E, Mariano Rueda y “torres del paine”).

Por eso mismo, y haciéndome un urgente espacio en mis compromisos de temporada como guía de montaña en la región de Aysen, organicé una incursión con Anthony un cliente de años muy propenso a nuevas aventuras.

Las referencias de montañistas fueron imprecisas y de tercera mano, pero los mínimos indicios de los campesinos fueron suficientes para impulsarme. Siguiendo algunos caminos de animales y alguna clase de instinto atravesamos durante dos días un rico bosque regado por cascadas e importantes montañas. Siendo las huellas muy imprecisas hacen la caminata un poco forzada, pero aun así muy realizable. Luego de una caminata de 5 horas llegamos a una confluencia de tres ríos, donde disfrutamos de un confortable campamento a pesar de la permanente inclemencia climática.

Al día siguiente amaneció soleado y partimos para las Torres. Al pie de enormes acarreos va algo parecido a una huella que aparece y se pierde, y que merodea entre el mallin y el bosque de lenga achaparrada que sombrea la base de imponentes cerros que contienen el valle. Al Sur, en el punto mas alto del valle, las Torres «El Avellano». Todavía no se puede contemplar el sitio en su magnitud, pero el entorno ya justifica la caminata. Unas 2 horas de caminata comienza la subida a traves de un pedrero que nos lleva a una de las primeras lagunas del sector. A la derecha se ve una inmensa torre de granito que comienza a dar nota de lo que se trata. Una vez que se pasa al lado de la primer laguna, inmediatamente aparece otra y luego de 2 horas entre piedras y nieve llegué a un esplendido mirador donde esta incógnita se revelo de una forma espectacular y arrolladora. Tremendas torres echan raíces en una hondonada donde lagunas glaciales dan nacimiento al río Avellanos que termina en el lago general carrera. Que lugar! Impresionantes paredes de granito aparecen alrededor interrumpidas por glaciares nos dan otro capítulo de maravillas patagónicas por descubrir. Torres del Paine, Chalten, puede tener de todo un poco, pero lo más importante Aysen.

El granito es de una altísima claridad lo que no tardará en convertir a este lugar en un high light de la escalada mundial, y por supuesto un enorme destino para toda clase de aventureros, pero por ahora me gusta pensar que es un rincón íntimo, desconocido y secreto de una, ya de por si, misteriosa patagonia.

Haber ido una vez y ver eso significo un camino de vuelta pensando en un próximo retorno, fue así que volví repetidas veces y hoy puedo decir que estamos preparados para compartir con ustedes este precioso secreto de características únicas.